CORRE
Era
una mañana del mes de septiembre, Paolo estaba preparándose para ir
a misa. Acompañaría a sus padres a la iglesia y, después de
escuchar al sacerdote, correría hasta alcanzar la tienda de
chucherías. Después de comprar, iría junto con Carlo y Stefano,
sus mejores amigos, a la plazuela de Pablo II, donde se reunirían
con Gina, Bianca y la espectacular Isabella. Paolo llevaba mucho
tiempo enamorado de Isabella. A ella simplemente le llamaba la
atención él, pero eso Paolo no lo sabía.
La
mañana de domingo transcurrió tal cual. Cuando Paolo llegó a casa,
le esperaban sus padres con la mesa puesta. Nina, su doncella, había
preparado un guiso exquisito.
Después
de comer, Paolo fue a su habitación a preparar las cosas para el día
siguiente, empezaban las clases, siempre había sido un chico muy
listo y con ganas de trabajar. Al fin y al cabo, no le quedaba otra,
debía seguir los pasos de su padre y convertirse, cuando llegara la
hora, en su sustito, como jefe del bufete que su abuelo había
levantado con sudor y lágrimas. Pero, en realidad, no era el inicio
de las clases lo que tan feliz ponía a Paolo, sino, el ver a
Isabella todos los días. Además, empezaba el curso de atletismo,
llevaba corriendo desde que tenía cinco años y, era lo que
verdaderamente le apasionaba. En esos nueve años, había ganado
carreras, torneos, campeonatos e incluso había llegado a correr un
medio maratón.
El
lunes fue un día duro, le mandaron un montón de deberes y le
pusieron fecha para todos los exámenes del mes. Cuando terminó los
deberes, fue al entrenamiento.
Cuando
Paolo llegó al entrenamiento y vio a Geovanni, su entrenador desde
que había llegado a Italia, se tiró a él y le dio un gran abrazo.
Paolo
había nacido en España, sus abuelos maternos se mudaron allí
hacía ya tiempo. Su madre se había criado allí, aunque había a
conocido a Franccesco Bravar, el padre de Paolo, en Italia. Luciana
Garzón y Franccesco Bravar se casaron en Marbella, y un año después
tuvieron a Paolo. Cada verano, iban a España de vacaciones, y Paolo
veía en la tele el campeonato del mundo sub 16 de atletismo, en el
que participaba la selección
española. Su sueño era ser participante de esa competición y
hacerlo con la selección de su país nativo.
Geovanni
llevaba todo el curso anterior preparando a Paolo para hacer las
pruebas para entrar en la selección española de atletismo. Pero
quedaba lo más difícil, convencer a sus padres de mudarse con sus
abuelos a España durante solo un año, y cuando terminase el
campeonato volver a Italia. Sus padres decían que iba a ser muy
difícil para ellos estar lejos de él durante tanto tiempo. Pero no
entendían que Paolo también se iba a sacrificar, iba a dejar de ver
a sus amigos y a Isabella durante un año, no era nada fácil, pero
valía la pena, iba a cumplir su sueño.
Paolo
y Geo estuvieron hablando y, el entrenador, le prometió que viajaría
con él a España y que convencería a sus padres. Así lo hizo.
Paolo
saltaba de alegría. Al día siguiente en el colegio, se lo contó a
todos sus amigos. Sentía que ya nada le podía detener, iba a
cumplir su sueño y, nada ni nadie lo impedirían.
Paolo
lo consiguió, entró en el club español.
El
miércoles 20 de febrero, Paolo había salido mas tarde del colegio,
ya que había tenido un examen y le habían dado unos minutos más
para repasar. Había comido muy rápido, pero aún así había salido
más tarde de casa e iba a llegar quince minutos más tarde de lo
normal a atletismo.
Paolo
era un chico muy puntual y no le gustaba llegar tarde, así que echó
a correr.
De
repente, se paró en seco y se tiró al suelo, sentía un dolor muy
fuerte en la pierna, nunca había sentido nada igual. Paolo había
tenido lesiones anteriormente, pero lo que sentía no era nada
parecido. Llamó muy asustado a Geovanni. Paolo empezó a sentirse
mal y perdió el conocimiento. Cuando Geo llegó, llamó a una
ambulancia y a los padres de Paolo. Cuando recuperó la conciencia,
le hicieron una resonancia. Sus padres y Geo estaban esperando muy
nerviosos. El médico llegó, todos se levantaron, lo primero que
dijo fue que lo lamentaba y que debía darles una mala noticia.
Habían detectado a Paolo un tumor en la pierna. Tenían que realizar
una intervención cuanto antes, para ver cuál era la extensión del
tumor. Pero ahí no acababa todo, cabía a la posibilidad de tener
que amputar la pierna a Paolo. Cuando Geo escuchó las palabras del
médico se derrumbó. El médico les avisó de que Paolo ya lo sabía
todo, y le había pedido que le intervinieran al día siguiente, así
todo pasaría más rápido.
El
entrenador y los padres de Paolo fueron a visitarle a la habitación.
Paolo era un chico fuerte, y no estaba dispuesto a rendirse. Sólo
pidió a Geovanni que lo que le estaba pasando no fuera ningún
obstáculo. Ya estaba en la selección y nadie podía arrebatarle ese
puesto. Prometió a su entrenador que correría la carrera hasta con
una pierna. Que todo se acabara no entraba en sus planes y no iba a
permitirlo, pero en ese momento más que nunca necesitaba la ayuda de
Geo.
La
intervención se realizó el día siguiente. Los médicos decidieron
que lo mejor sería amputarle la pierna a Paolo, ya que, el tumor se
había extendido hasta la rodilla. Debían darse prisa, no podía
extenderse más. Dos días más tarde, le amputaron la pierna. El
tumor desapareció.
A
la mañana siguiente, Luciana se levantó muy temprano y fue a ver a
su sacerdote. La madre de Paolo pertenecía al “Opus dey”, y
tenía un pensamiento muy cerrado hacia lo que no era la Iglesia. Le
contó todo lo sucedido a Don Juan, su sacerdote, como siempre. Este
le dijo que debía convencer a Paolo de que debía dar gracias a Dios
por todo lo que le estaba pasando, debía aceptar que ese era el
camino que Dios le había asignado y que tal vez, era una señal de
que el atletismo no era lo mejor para él y que lo mejor era dejarlo.
Luciana transmitió a su hijo las palabras del sacerdote. Esto solo
sirvió para llenar de rabia a Paolo. Él no compartía los
pensamientos de su madre, ni siquiera le gustaba ir a misa, solamente
lo hacía por ella, pero esta vez ella no estaba pensando en él ni
en sus sentimientos. Correría la carrera y demostraría a todo el
que dijera que no, que sí podía. Un mes después, asignaron a Paolo
una pierna ortopédica. No era igual que antes, pero por lo menos no
se sentía tan vacío.
El
primer día de colegio, después de todo lo sucedido, fue un poco
extraño, se sentía muy observado. Todos le preguntaban y eso le
agobiaba. Lo mejor fue cuando Isabella se acercó y le abrazó, ella
rompió a llorar y le dijo que le había echado de menos. A la
salida, Carlo, Stefano, Gina, Bianca e Isabella, le dieron la
noticia, habían decidido viajar a España con él. Paolo no se lo
creía. Era uno de los días más felices de su vida.
Fueron
unos meses muy duros. Paolo había aprendido a vivir con la pierna
ortopédica, pero todo le resultaba muy difícil.
El
29 de julio, Paolo y su entrenador, llegaron a España. Paolo entrenó
durante todo el año con la selección. El seleccionador, Luis,
estaba realmente impresionado y emocionado con Paolo, era increíble.
El 5 de agosto del año siguiente, a las nueve de la mañana, la
selección llegó a la pista de atletismo, había llegado el
momento. Tan solo dentro de una hora, empezaría la carrera.
Los
siete participantes estaban colocados y preparados. El corazón de
Paolo latía más rápido que nunca. Pensó en todas las veces que le
habían dicho que no podía, que era inútil intentarlo… Luego
pensó en todo el tiempo que llevaba preparándose. Giró la cabeza y
vio a sus amigos al lado de Geovanni, sonrió.
El
juez dio la salida. Paolo empezó el último, todos le superaban en
velocidad. Realmente, él sabía que no iba a ganar, ni siquiera
quedar entre los tres primeros. Todos cruzaron la meta antes que
Paolo.
No
ganó un trofeo, pero era más feliz que nunca. Paolo había corrido
hasta su sueño y lo había alcanzado.
Después
de todo, se armó de valor y pidió salir a Isabella, ella se limitó
a darle un beso.