Querido
lector:
No
sé quién, ni cuándo se leerá esto; no sé el motivo por el que se
te ha ocurrido abrir este sobre, quizás seas muy curioso o …, en
fin, no importa; no sé quién eres, pero me gustaría que prestaras
un poco de atención, porque ésta es mi historia.
Era
una fría mañana de febrero. Ese día hacía ya veinte años de
aquel trágico accidente de coche en el que, por un golpe en la
cabeza, perdí la memoria y no recuerdo absolutamente nada antes de
aquello.
Perdón
me estoy desviando del tema. Aquella mañana como todas las demás,
salí a pasear, pero decidí ir por un camino diferente, ese fue mi
error, o quizás no, quizás fue la mejor idea que pude haber tenido,
no lo sé.
Después
de varios minutos caminando, sin tener ni idea de hacia dónde me
dirigía, pude comprobar que aquella calle por la que caminaba,
ancha, rodeada de árboles, por la que no transitaba ningún coche...
Me era conocida aunque, en aquel momento, aseguraría no haber pasado
por ella nunca, o al menos, no que yo recordara...