Newt
se sentó en el asiento al lado de la ventanilla, al lado de su madre
Anne.
En
el asiento del frente, estaba Nicolas, su padre. El avión empezó a
coger
carrerilla
y se desprendió del suelo.
- ¿Cuándo llegamos? —preguntó Newt.
- Estaremos allí sobre las diez y media. —contestó Anne Foster.
Era
la primera vez que los Foster montaban en avión. Newt en el
aeropuerto de
Londres
estaba atemorizado, pero ahora está más tranquilo.
A
medida que el avión se elevaba, Newt pudo ver como dejaban atrás la
capital
Británica
y poco a poco se acercaban más a las nubes. Cuando por fin el
aeroplano
se estabilizó, a Newt le empezaron a pesar los párpados y cayó en
un
profundo sueño.
De
repente, empezó a notar como su asiento empezaba a agitarse cada vez
más
bruscamente; fue entonces como se despertó.
- ¿Qué ocurre? —gritó alterado.
- Hay turbulencias —respondió su madre—, ocurren con frecuencia.
Pero
entonces el avión comenzó a moverse frenéticamente. Newt miró por
la
ventana;
no podía ver nada, solo una niebla muy densa.
- Estamos dentro de una nube —afirmó, mirando a Anne Foster.
Volvió
a mirar por la ventana. No dio crédito a lo que estaba viendo: las
nubes
se
teñían de color violeta. Antes de que pudiera decirle algo a su
madre, Newt
notó
como el avión empezaba a caer, dando vueltas. Al chico le entraron
náuseas,
justo segundos antes de que el avión se estrellase contra una
colina.
Nadie
estaba herido, cosa que a Newt le extrañaba. De pronto, un gas
amarillento
se esparció lentamente por el interior del vehículo. Newt sintió
que
se
desmayaba. Cuando empezó a cerrar los ojos, pudo vislumbrar una
serie de
siluetas
y sombras, que se movían por todo el pasillo del avión, hasta que
al
final,
cedió y se desmayó completamente.
El
joven chico recuperó la conciencia; abrió sus ojos lentamente. Miró
a su
alrededor;
veía muchos árboles, unas grandes montañas a lo lejos y, en la
falda
de una de esas montañas, había un elegante palacio. Se dio cuenta
de
que
estaba atado a un árbol. Intentó sacudirse para liberarse, en vano.
Después
de un par de intentos más, Bajó la mirada; estaba rodeado de una
tribu
de criaturas extrañas, muy bajitas de color azul, de orejas y
narices
grandes
y una cola enroscada como la de un cerdo. Llevaban lanzas en sus
manos
y parecía preparar una hoguera.
- ¿Dónde estoy? —preguntó aturdido.
- ¡Smalimb aigent! —gritó unas de las pequeñas criaturas.
Newt
observó como todos ellos se abalanzaron sobre él; empezaron a tirar
de
sus
prendas y le alzaron. Iban en dirección a la hoguera y justo antes
de tirarle
al
fuego, alguien le agarró y corrió con Newt fuera del peligro de
esas criaturas.
Era
una chica de cabellos largos y dorados, ojos de color esmeralda.
Cargaba
con
un arco y un carcaj en la espalda.
Llevó
a Newt a una cueva, fuera del peligro de esos seres azules.
— Bib
das
— pronunció, a la vez que me entregó un frasco con un líquido
grisáceo.
Él
no entendía su idioma, pero la intención era clara. La miró a los
ojos durante
unos
segundos, y acto seguido bebió del frasco.
- Ahora me entiendes, ¿verdad? —dijo la chica dulcemente— Eso es una poción para que puedas entender cualquier idioma.
Newt
tardó un poco en responder.
- ¿Dónde estoy? ¿Quién eres? ¿Qué eran esos bichos?...
- Calma — Respondió la joven — Te responderé a todas esas preguntas:
Yo
soy Penny, soy un fent
,
muy parecidos a los elfos pero sin las orejas
puntiagudas.
Estás en Farnia,
hogar de todo tipo de criaturas mágicas y
animales
fantásticos, como esos seres azules llamados Strups.
Desafortunadamente,
casi todas las criaturas están controladas por Veill,
el
hechicero: su intención es apoderarse del reino y del palacio de la
reina
Daphne.
- ¡Eso es terrible! —exclamó Newt
Sonó
un estruendo en el exterior. Los dos miraron hacia donde el sonido se
originó.
Penny otorgó a Newt una espada
- Ten —dijo Penny— Tienes que vencer a Veill con esta espada, y liberar
a nuestro pueblo y a todos los
seres mágicos de su locura.
- ¿Por qué yo? —inquirió Foster.
- Cuenta la leyenda que un humano llamado Newt caería del cielo en un
pájaro
de titanio, y acabaría con el hechicero Veill con la espada que fue
forjada
hace eones por los creadores del universo. Si quieres regresar a
tu
reino, debes hacerlo.
Newt
estaba a punto de echar a llorar, pero se contuvo y se armó de
valor.
- De acuerdo, hagamos esto.
- Bien, hay que llegar a lo alto de la torre del hechicero, ¿estás listo?
- Sí.
- Entonces, ¡a por todas!
Penny
y Newt salieron corriendo de la cueva y llegaron hasta el portón del
castillo de Veill. Empezó a
chispear débilmente. Un dragón dormido estaba
tapando la entrada. Pasaron
cautelosamente rodeando al dragón.
Empezaron
a subir escaleras y más escaleras, hasta que se toparon con una
sala. Solo había un peluche
en el medio de la habitación. Newt y Penny se
acercaron a él.
- No podéis pasar —dijo una voz chillona.
Era
el peluche; estaba hablando.
- Déjanos pasar —espetó Newt.
- Solo si resolvéis un acertijo.
- ¿Y cuál es? —preguntó Penny.
- El acertijo es: ¿En dónde hay ríos, pero no agua, hay ciudades pero no
edificios, hay un bosque pero
no hay árboles? Solo tenéis una
oportunidad, sino preparaos
para lo peor.
- Es complicado… —dijo Newt.
Estuvieron
pensando, pero no dieron con la respuesta…
- ¡Ya lo tengo! —exclamó Penny— la respuesta es en un mapa, porque solo es un dibujo.
- Correcto —contestó el peluche— Ahora podéis pasar.
Una
compuerta se abrió al instante. Los chicos se apresuraron en seguir
subiendo hasta lo alto. La
lluvia empezó a caer con fuerza; se escucharon
algunos truenos. Llegaron a
otra sala que no aparentaba tener nada. Ellos
siguieron hacia delante.
- ¡Ayy! —chilló Newt.
- ¿Qué ocurre?
- ¡Me he dado un golpe en la nariz! —dijo Newt rascándose en el golpe.
- ¿Con qué? No hay nada
Penny
estiró el brazo y tocó una pared, pero no la podían ver.
- Es una pared invisible — Afirmó
- Pues en algún lado tiene que estar la salida, ¡mira! ¡aquí está!
Pero
de nuevo Newt se volvió a chocar contra la pared; es un laberinto
invisible. Tardaron un buen
rato en salir de él y continuar con la misión.
Subieron
todavía más deprisa que antes hasta llegar donde se hallaba el
hechicero Veill.
- Os estaba esperando —dijo el hechicero con sarcasmo
Veill
se llevó la mano a su bolsillo y de él saco una varita. Antes de
que pudiera
pronunciar
ningún hechizo, Penny lanzó una de sus flechas contra la mano del
villano.
Este soltó la varita de inmediato. Entonces Newt aprovechó se
acercó
corriendo
hacia el hechicero, aun que fue demasiado tarde, porque el mago dio
a
un botón que activó a una alarma muy ruidosa. Newt y Penny se
llevaron las
manos
a los oídos.
La
alarma paró, por los grandes ventanales de lo alto de la torre, los
dos
jóvenes
vieron como el dragón volaba en frente de ellos, escupiendo una
llamarada
tan potente que rompió el cristal.
Newt
con osadía se lanzó hacia el lomo de la criatura. El dragón
intentó
quitárselo
de encima, sin resultado. El reptil alado se elevó todavía más.
En
medio de la tormenta, Newt se puso de rodillas, alzó la espada y la
clavó en
el
cuerpo del dragón. Este empezó a perder fuerzas y cayó hacia abajo
junto a
Newt.
Justo cuando Newt iba a tocar el suelo con la cara, Penny le lanzó
un
hechizo
con la varita del hechicero que lo volvió a subir a donde ella se
encontraba.
- Gracias —masculló Newt entre jadeos.
Desde
arriba, vieron como el dragón desaparecía en la oscuriad. El
malvado
estaba
tirado en el suelo, débil y magullado.
- Es hora de acabar con esto —anunció Newt
La
espada atravesó el cuerpo de Veill, descomponiéndose todo su
cuerpo,
hasta
solo quedar cenizas. Al momento, todas las criaturas mágicas de
Farnia
dejaron
de estar controladas y así poder vivir en libertad. Entonces, Newt y
Penny
se dirigieron al palacio de la reina Daphne.
- Gracias a ti, joven Newt, nos hemos librado del hechicero Veill y sus
- fechorías. Por tanto, te concedo la posibilidad de volver a tu reino.
- Estaremos muy agradecidos —sentenció la reina Daphne.
La
reina creó un portal con la espada con la que acabó con el mago,
que le
llevaría
hasta su mundo. Newt se adentró en el portal. No veía nada, estaba
todo
oscuro. Escucho una voz…
- Newt, ¡Newt!, ¡Despierta! —dijo una voz familiar.
- ¿Qué? —preguntó Newt desorientado.
- Te has quedado dormido durante todo el vuelo, ¿no te acuerdas?
Fue
entonces cuando abrió sus ojos; era su madre Anne.
- ¡Mamá! —gritó ilusionado el niño.
Newt
se lanzó sobre su madre y la abrazó con fuerza.
- ¡Estás viva! —musitó entre sollozos
- Pues claro que estoy viva, anda, bajemos del avión.
Su
hijo asintió con lágrimas de alegría en los ojos. Al final, Newt
se llevó un
inolvidable
recuerdo de su primer vuelo en avión. Cuando cogieron el equipaje
se
preguntó: ¿Fue solo un sueño, o todo lo que ha vivido fue real?