martes, 28 de mayo de 2019

LUCÍA CORCHADO ROMANO. "DÍA 34250". PRIMER PREMIO, 1º Y 2º ESO. CURSO 2018-2019


El sol se levantaba por el horizonte, como todas las mañana de primavera, el ambiente era caluroso y húmedo. Trina se despertó cuando los rayos solares le golpearon en la cara, era su despertar matutino. Se levanto despacio, cual tortuga, se frotó los ojos y bostezó un par de veces. Caminó hasta la puerta para salir al exterior, quería ver como amanecía. Trina vivía en un acantilado al lado del mar, ella sola. No tenía familia, vecinos ni amigos, pero no le importaba, le gustaba su vida.

Después del espectáculo de luces y el sonido de las sucias olas rompiendo que la naturaleza la regalaba todos los días, volvió a entrar en casa y se vistió. Una camisa de tirantes holgada y unos vaqueros. No desayunó, se despertó sin apetito, pero eso era normal. Cogió su bicicleta y bajó el camino que llevaba a un poblado, un viejo poblado. Calles sucias, basura por todas partes, ni un solo niño en la calle. Trina detestaba ese lugar, las personas que había por la calle eran marionetas tristes y sin color, pocas muy pocas marionetas. Los habitantes ya no salían a pasear, jugar, cantar o bailar. Ellos tan solo corrían para no llegar con retraso a su trabajo, su estúpido y aburrido trabajo. Con su bicicleta Trina recorrió cada calle del pueblo, como todas las mañanas. No necesitaba nada, solo quería observar, observar como todas las casas eran iguales, del mismo gris, oler el desagradable olor de toda aquella basura, escuchar los interminables silencios y echar de menos los colores de la flores, ya que no había ninguna.

Moscas, los únicos animales que allí sobrevivían. Incluso ellas eran asesinadas por nosotros, el ser humano. Lo conseguimos, destruimos todo: Los verdes bosques, las limpias aguas, los hermosos animales, los fuertes suelos y, hemos apresado al viento que nos hizo libres. Ahora es imposible, no podremos arreglar tantos errores. Es demasiado tarde para curar a nuestra madre, nuestra no tan querida madre naturaleza. No escuchará más, ya no. Cuando el mundo entero estalle, será única y exclusivamente culpa nuestra.