miércoles, 17 de mayo de 2017

RAQUEL MATEOS RODRÍGUEZ. "PAOLO". PRIMER PREMIO. 1º Y 2º ESO. CURSO 2016-2017

CORRE
Era una mañana del mes de septiembre, Paolo estaba preparándose para ir a misa. Acompañaría a sus padres a la iglesia y, después de escuchar al sacerdote, correría hasta alcanzar la tienda de chucherías. Después de comprar, iría junto con Carlo y Stefano, sus mejores amigos, a la plazuela de Pablo II, donde se reunirían con Gina, Bianca y la espectacular Isabella. Paolo llevaba mucho tiempo enamorado de Isabella. A ella simplemente le llamaba la atención él, pero eso Paolo no lo sabía.
La mañana de domingo transcurrió tal cual. Cuando Paolo llegó a casa, le esperaban sus padres con la mesa puesta. Nina, su doncella, había preparado un guiso exquisito.
Después de comer, Paolo fue a su habitación a preparar las cosas para el día siguiente, empezaban las clases, siempre había sido un chico muy listo y con ganas de trabajar. Al fin y al cabo, no le quedaba otra, debía seguir los pasos de su padre y convertirse, cuando llegara la hora, en su sustito, como jefe del bufete que su abuelo había levantado con sudor y lágrimas. Pero, en realidad, no era el inicio de las clases lo que tan feliz ponía a Paolo, sino, el ver a Isabella todos los días. Además, empezaba el curso de atletismo, llevaba corriendo desde que tenía cinco años y, era lo que verdaderamente le apasionaba. En esos nueve años, había ganado carreras, torneos, campeonatos e incluso había llegado a correr un medio maratón.
El lunes fue un día duro, le mandaron un montón de deberes y le pusieron fecha para todos los exámenes del mes. Cuando terminó los deberes, fue al entrenamiento.
Cuando Paolo llegó al entrenamiento y vio a Geovanni, su entrenador desde que había llegado a Italia, se tiró a él y le dio un gran abrazo.
Paolo había nacido en España, sus abuelos maternos se mudaron allí hacía ya tiempo. Su madre se había criado allí, aunque había a conocido a Franccesco Bravar, el padre de Paolo, en Italia. Luciana Garzón y Franccesco Bravar se casaron en Marbella, y un año después tuvieron a Paolo. Cada verano, iban a España de vacaciones, y Paolo veía en la tele el campeonato del mundo sub 16 de atletismo, en el que participaba la selección española. Su sueño era ser participante de esa competición y hacerlo con la selección de su país nativo.
Geovanni llevaba todo el curso anterior preparando a Paolo para hacer las pruebas para entrar en la selección española de atletismo. Pero quedaba lo más difícil, convencer a sus padres de mudarse con sus abuelos a España durante solo un año, y cuando terminase el campeonato volver a Italia. Sus padres decían que iba a ser muy difícil para ellos estar lejos de él durante tanto tiempo. Pero no entendían que Paolo también se iba a sacrificar, iba a dejar de ver a sus amigos y a Isabella durante un año, no era nada fácil, pero valía la pena, iba a cumplir su sueño.
Paolo y Geo estuvieron hablando y, el entrenador, le prometió que viajaría con él a España y que convencería a sus padres. Así lo hizo.
Paolo saltaba de alegría. Al día siguiente en el colegio, se lo contó a todos sus amigos. Sentía que ya nada le podía detener, iba a cumplir su sueño y, nada ni nadie lo impedirían.
Paolo lo consiguió, entró en el club español.
El miércoles 20 de febrero, Paolo había salido mas tarde del colegio, ya que había tenido un examen y le habían dado unos minutos más para repasar. Había comido muy rápido, pero aún así había salido más tarde de casa e iba a llegar quince minutos más tarde de lo normal a atletismo.
Paolo era un chico muy puntual y no le gustaba llegar tarde, así que echó a correr.
De repente, se paró en seco y se tiró al suelo, sentía un dolor muy fuerte en la pierna, nunca había sentido nada igual. Paolo había tenido lesiones anteriormente, pero lo que sentía no era nada parecido. Llamó muy asustado a Geovanni. Paolo empezó a sentirse mal y perdió el conocimiento. Cuando Geo llegó, llamó a una ambulancia y a los padres de Paolo. Cuando recuperó la conciencia, le hicieron una resonancia. Sus padres y Geo estaban esperando muy nerviosos. El médico llegó, todos se levantaron, lo primero que dijo fue que lo lamentaba y que debía darles una mala noticia. Habían detectado a Paolo un tumor en la pierna. Tenían que realizar una intervención cuanto antes, para ver cuál era la extensión del tumor. Pero ahí no acababa todo, cabía a la posibilidad de tener que amputar la pierna a Paolo. Cuando Geo escuchó las palabras del médico se derrumbó. El médico les avisó de que Paolo ya lo sabía todo, y le había pedido que le intervinieran al día siguiente, así todo pasaría más rápido.
El entrenador y los padres de Paolo fueron a visitarle a la habitación. Paolo era un chico fuerte, y no estaba dispuesto a rendirse. Sólo pidió a Geovanni que lo que le estaba pasando no fuera ningún obstáculo. Ya estaba en la selección y nadie podía arrebatarle ese puesto. Prometió a su entrenador que correría la carrera hasta con una pierna. Que todo se acabara no entraba en sus planes y no iba a permitirlo, pero en ese momento más que nunca necesitaba la ayuda de Geo.
La intervención se realizó el día siguiente. Los médicos decidieron que lo mejor sería amputarle la pierna a Paolo, ya que, el tumor se había extendido hasta la rodilla. Debían darse prisa, no podía extenderse más. Dos días más tarde, le amputaron la pierna. El tumor desapareció.
A la mañana siguiente, Luciana se levantó muy temprano y fue a ver a su sacerdote. La madre de Paolo pertenecía al “Opus dey”, y tenía un pensamiento muy cerrado hacia lo que no era la Iglesia. Le contó todo lo sucedido a Don Juan, su sacerdote, como siempre. Este le dijo que debía convencer a Paolo de que debía dar gracias a Dios por todo lo que le estaba pasando, debía aceptar que ese era el camino que Dios le había asignado y que tal vez, era una señal de que el atletismo no era lo mejor para él y que lo mejor era dejarlo. Luciana transmitió a su hijo las palabras del sacerdote. Esto solo sirvió para llenar de rabia a Paolo. Él no compartía los pensamientos de su madre, ni siquiera le gustaba ir a misa, solamente lo hacía por ella, pero esta vez ella no estaba pensando en él ni en sus sentimientos. Correría la carrera y demostraría a todo el que dijera que no, que sí podía. Un mes después, asignaron a Paolo una pierna ortopédica. No era igual que antes, pero por lo menos no se sentía tan vacío.
El primer día de colegio, después de todo lo sucedido, fue un poco extraño, se sentía muy observado. Todos le preguntaban y eso le agobiaba. Lo mejor fue cuando Isabella se acercó y le abrazó, ella rompió a llorar y le dijo que le había echado de menos. A la salida, Carlo, Stefano, Gina, Bianca e Isabella, le dieron la noticia, habían decidido viajar a España con él. Paolo no se lo creía. Era uno de los días más felices de su vida.
Fueron unos meses muy duros. Paolo había aprendido a vivir con la pierna ortopédica, pero todo le resultaba muy difícil.
El 29 de julio, Paolo y su entrenador, llegaron a España. Paolo entrenó durante todo el año con la selección. El seleccionador, Luis, estaba realmente impresionado y emocionado con Paolo, era increíble. El 5 de agosto del año siguiente, a las nueve de la mañana, la selección llegó a la pista de atletismo, había llegado el momento. Tan solo dentro de una hora, empezaría la carrera.
Los siete participantes estaban colocados y preparados. El corazón de Paolo latía más rápido que nunca. Pensó en todas las veces que le habían dicho que no podía, que era inútil intentarlo… Luego pensó en todo el tiempo que llevaba preparándose. Giró la cabeza y vio a sus amigos al lado de Geovanni, sonrió.
El juez dio la salida. Paolo empezó el último, todos le superaban en velocidad. Realmente, él sabía que no iba a ganar, ni siquiera quedar entre los tres primeros. Todos cruzaron la meta antes que Paolo.
No ganó un trofeo, pero era más feliz que nunca. Paolo había corrido hasta su sueño y lo había alcanzado.
Después de todo, se armó de valor y pidió salir a Isabella, ella se limitó a darle un beso.