miércoles, 17 de mayo de 2017

MARIO SORIA MARTÍN. ÁFRICA LLORA. ACCÉSIT. 3º Y 4º ESO. CURSO 2016-2017


Me llamo Ashanti, y hoy os voy a contar mi historia, nací en Jartum, en Sudán, aquí no llueve mucho, pero los animales son buenos, ellos nos dan de comer. Mi madre me puso de nombre Ashanti, que en nuestro idioma significagracias, soy la mayor de cinco hermanos, y dicen que gracias a mí, mi madre fue bendecida con el don de la fertilidad, me siento orgullosa de llevar este nombre. Pasé los primeros años de mi vida como las demás niñas de mi poblado, mi madre me trataba con cariño y yo, la ayudaba con la recolección de cereales, en el cuidado de mis hermanos pequeños, en la cocina, y todos los días iba a por agua al pozo más cercano, me acompañaba mi hermano Caleb, él es valiente y no le importa ayudarme. Todo parecía normal, hasta que llegué a la edad de los diez años, mi padre anunció que pronto llegaría mi día especial, que debería estar entusiasmada y contenta, pero yo no lo estaba, tenía mucho miedo, me habían hablado de lo que era la ablación, y no quería pasar por eso, muchas niñas contraían peligrosas enfermedades e infecciones, y otras muchas directamente morían debido a este ritualdivino. Mi madre no quería que me practicasen la ablación, pero mi padre la amenazaba, yo lo escuchaba todo, aunque mi madre me lo ocultaba, no sabía porqué. Mi padre intentaba tranquilizarme, me decía que no podría tener hijos, porque sería infértil, además ningún hombre querría acercarse a mi en ese estado.

Los días pasaban, y con las primeras gotas de la temporada de lluvia, llegaban las lágrimas debido al miedo que sentía. Quince días antes de miGran Díacomo lo llamaba mi padre y los ancianos de mi poblado, fui aislada junto con dos mujeres a una casa apartada del resto, ahí se estaba bien, bebía y comía todo lo que quería, además podía estar jugando todo el rato, y eso me extrañó. La noche antes de mi ceremonia no podía dormir, estaba muy nerviosa y no paraba de sudar, no quería correr el mismo destino que las demás niñas. Todavía era de noche cuando algo fuera, parecían pasos pero no era de ningún animal nocturno, eran de mi madre cargada con un montón de comida y agua y me explicó que había soñado con cuervos persiguiéndome, era símbolo de mal presagio, y no quería verme morir. Me dijo que debía de regresar a Jartúm y hacer vida allí. Tras muchas lágrimas y un doloroso adiós, me despedí de ella. Estaba amaneciendo, debía de darme prisa, corrí y corrí pasando por el pozo con agua hasta que mis piernas desfallecieron debido al agotamiento. Seguí andando durante tres días hasta que llegué a mi destino, siguiendo las recomendaciones intenté conseguir trabajo, pero nadie quería a una niña inexperta. Pasaron dos días, mis provisiones se habían agotado, al igual que toda esperanza, hasta que un hombre de tez pálida y ojos azules me acogió en su casa, vivía con más hombres y me prometió una vida mejor en Londres, muy al norte, donde llueve todos los días del año, y accedí.

Siete años después vivo con el mismo hombre, solo que ahora, le llamo Papá.