martes, 8 de mayo de 2018

DENÍS IZQUIERDO MARTÍN. "LAS LOCAS PLANTACIONES DEL GRANJERO". PRIMER PREMIO. 1º Y 2º ESO. CURSO 2017-2018


En mitad de una pradera en Texas, había una pequeña granja. En ella vivía un granjero de apariencia robusta y desgastada, que era vegetariano y por lo tanto no tenía ningún animal en la granja, a excepción de su perro, Ladridos. Tenía un pequeño huerto, en el que cultivaba todo tipo de plantas para alimentarse.
Un día salió de su casa dirección al pueblo, que se encontraba al sur, para comprar sus semillas, cuando llegó se percató de que la tienda a la que iba siempre estaba cerrada. Desesperado por la situación, preguntó a un vagabundo que había junto a la tienda, si conocía algún otro lugar cercano donde poder comprar sus semillas y éste le habló de una tienda no muy lejana, al norte. Así pues, fue allí, la tienda tenía un aspecto derruido y estaba oscura, al entrar, preguntó por las semillas y el dependiente, que era muy extraño, se las entregó. De camino a casa, se dio cuenta de que las semillas que acababa de adquirir eran diferentes de las que solía plantar, pero no le dio demasiada importancia y las plantó de todas formas. Pasado un tiempo empezó a suceder algo extraño en la tierra y de repente salieron del suelo dos patatas que, además de ser verdes tenían vida, las hortalizas extrañadas y sorprendidas por hallarse en un lugar desconocido para ellas, decidieron irse, pero entonces, el perro que estaba por allí, las vio y comenzó a ladrar, el granjero, sobresaltado, salió a comprobar lo que ocurría, encontrando así a Ladridos moviéndose alrededor de las asustadas hortalizas. Hubo un momento de calma y expectación y tras sus gritos, empezaron a correr, mientras el perro y el granjero les perseguían con intención de alcanzarlas para poder encontrar una explicación al suceso. Las hortalizas, muy hábiles, encontraron un lugar donde ocultarse de los que, a sus ojos, parecían gigantes perseguidores. Asustadas y en silencio, esperaron el momento oportuno para poder salir de allí, entonces apareció una pareja de ratones sobre los que montaron para huir del lugar, que suponían, los ratones conocerían a la perfección. El granjero sin saber muy bien lo ocurrido tras la fuga de las hortalizas, siguió buscando sin éxito.
El sol se escondía tras las montañas, llamó a Ladridos y mientras se dirigían a casa se planteó la idea de que las plantas que cultivaba y comía tenían vida propia y sentimientos, pero suspiró y decidió dejarlo en que era imposible y que quizá hubiera sido solo fruto de su fantástica imaginación.