Mi nombre es Katie,
soy una chica de veinticinco años, apasionada de la música y el
baile, amante de los libros y un desastre total del orden y la
limpieza. Resido en la región central de Suecia, en la bella ciudad
de Estocolmo.
Mi familia se dedica
a la elaboración de gran variedad de panes y dulces artesanales,
negocio creado por mis bisabuelos y que a día de hoy, sigue en
funcionamiento gracias al trabajo y esfuerzo de mis padres. Ellos
soportan diariamente jornadas laborales de hasta doce horas y no
tienen días de descanso. Siempre fui, soy y seré su mayor
admiradora, pues son el vivo ejemplo del sacrificio. Desde muy
pequeñita siempre soñaba con ser una gran bailarina y me pasaba las
horas frente al espejo practicando nuevos movimientos y dejándome
llevar por la imaginación. Los días que no tenía colegio, ayudaba
en casa amasando pan o vendiendo dulces, pero mis pies no podían
parar de moverse, por eso me apodaron “Brillantina”.
Con tan solo seis
años mis abuelos me regalaron mi primer vestuario de danza y me
apuntaron a la prestigiosa “Royal Academy”
dirigida por la famosa coreógrafa Marie Willians. Tan sólo había
diez plazas para un total de 500 aspirantes. Todas las niñas
llevaban meses preparando las pruebas de acceso para conseguir ser
una de las elegidas, pero ese no era mi caso, ya que yo practicaba
sola en casa y sin ayuda de nadie.
Y llegó tan
esperado momento: “apenas había dormido en toda la noche, la
cabeza me estallaba, mi voz se cortaba, mis piernas temblaban y mi
mirada se nublaba.”
De repente escuché
mi nombre, era mi turno...
Al cabo de un mes,
llegó una carta certificada a casa. La remitente era Marie Willians,
directora de la Academia. Era la comunicación de que había sido
seleccionada. Mi madre no pudo contener su emoción al leer la carta
y rápidamente las dos nos fundimos en un fuerte abrazo. Sabía que
eran buenas noticias.
En esta academia
pasé los primeros seis años de mi carrera profesional, compaginando
estudios y baile. Pero no todo fue tan fácil como parecía; pronto
llegaron las envidias y desprecios por parte de algunas compañeras:
Alison, Charlotte y Megan, las chicas más populares. Sus burlas eran
continuas, sus bromas pesadas, sus insultos groseros y su
comportamiento inadecuado.
Apenas quedaba una
semana para la actuación final “City of Stars” y yo fui la
elegida como bailarina principal junto a Charlotte y Megan, como
secundarias. Había trabajado duro para conseguirlo. Pero algo lo
impidió:
En uno de los
ensayos finales, Megan había colocado en mi sitio del escenario una
pasta deslizante, y cuando me proponía a dar el salto final, mi
cuerpo se precipitó al vacío y caí desplomada al suelo desde una
altura de dos metros. Cuando me desperté estaba en el hospital...
Había pasado dos
semanas en la UCI y todo empezaba desde cero. El fuerte impacto
sufrido me hizo perder el 15% de la movilidad de mi cuerpo y los
médicos me aconsejaron dejar el baile. Fue el peor momento de mi
vida.
Con 15 años y tras
casi tres de intensa lucha, yo, “Brillantina” vuelvo a los
escenarios y como bien indica mi nombre, brillé como una estrella.
Mi tesón y fuerza me llevaron a conseguir una beca en el “Théâtre
des Variétés” de París y fue mi gran salto a la fama. Empecé a
ser una conocida bailarina y viajé por los mejores teatros del
mundo.
Actualmente, y tras
años fuera de Estocolmo, regresé a casa junto a mis padres. Mi
madre enfermó de cáncer y me necesitaba a su lado.
Ahora, soy yo la
directora de la “Royal Academy”, aunque su nombre fue sustituido
por “Royal Brillantina Academy”
en honor a mi trayectoria. Desde mi llegada, cambié por completo las
normas de funcionamiento interno, para que ninguna de mis alumnas
pasaran por lo que yo pasé. Juntas, formamos una gran familia y
aprenden los verdaderos valores de la vida: respeto y educación
hacia los demás.